Salgo a comer con un amigo, la camarera, ajetreada porque tiene más mesas y comensales que atender que las que debería tener, le pone la carne a él y a mí el cus-cus con verduras y frutos secos, lo hace muy rápido y sin mirarnos, sonreímos y nos cambiamos los platos, demasiado trabajo y tan solo se ha dejado llevar por “lo normal” pensamos pero sin decirlo.
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